
La victoria de Ford en Le Mans 66 no fue solo una carrera ganada; fue una declaración de intenciones, una demostración de poderío industrial y un triunfo del ingenio americano frente a la elegancia italiana. Este enfrentamiento, marcado por la ambición, la innovación y la rivalidad implacable, continúa fascinando a los aficionados al automovilismo décadas después.
El Desafío de Henry Ford II
Henry Ford II, el poderoso nieto del fundador de la Ford Motor Company, veía en la Ferrari un símbolo de excelencia que eclipsaba a su propia marca. El prestigio de Ferrari, su dominio en Le Mans y la admiración que generaba entre los aficionados, representaba un reto que Ford II estaba decidido a superar. Para él, no se trataba solo de ganar una carrera, sino de demostrar que Ford podía competir y vencer al mejor. Este anhelo de superación, impulsado por el orgullo herido, fue el catalizador de la épica confrontación.
La adquisición fallida de Ferrari en 1963 fue un golpe duro para Ford II. La humillación de ver frustrado su plan de comprar la prestigiosa marca italiana, una empresa que consideraba un símbolo de la excelencia automovilística europea, encendió un fuego competitivo en él. La negativa de Enzo Ferrari a ceder el control de su equipo de carreras fue la gota que rebasó el vaso. Esta frustración se transformó en una determinación implacable: derrotar a Ferrari en su propio terreno, en Le Mans. Este desafío personal impulsó a Ford II a invertir ingentes recursos y talento en un proyecto que se convertiría en sinónimo de rivalidad, innovación y valentía.
La decisión de Henry Ford II de competir directamente contra Ferrari en Le Mans no fue impulsiva. Se trataba de una estrategia cuidadosamente calculada para elevar la imagen de Ford y desafiar el dominio de Ferrari en el mundo de las carreras de resistencia. El objetivo final era demostrar la capacidad de Ford para construir automóviles de alto rendimiento y competir con éxito contra los mejores del mundo. La apuesta era arriesgada, pero el potencial de recompensas era inmenso: la consolidación de Ford como una potencia en el automovilismo internacional y el reconocimiento público de su excelencia tecnológica.
El Nacimiento del Ford GT40
El Ford GT40, un vehículo diseñado específicamente para competir en Le Mans, se convirtió en la encarnación del desafío de Ford II a Ferrari. Su nombre, GT40, se refiere a su altura, de apenas 40 pulgadas. Los primeros modelos, sin embargo, se enfrentaron a numerosos problemas. La falta de fiabilidad y la dificultad para controlar el vehículo en la pista se tradujeron en fracasos iniciales. Pero la insistencia de Ford II y el apoyo de ingenieros y diseñadores talentosos como Carroll Shelby y Ken Miles no decayó.
La colaboración con Carroll Shelby, un diseñador de automóviles conocido por su excentricidad y su talento excepcional, marcó un punto de inflexión en el desarrollo del GT40. Shelby, con su experiencia en carreras y su capacidad para construir automóviles de alto rendimiento, se encargó de mejorar el diseño y el rendimiento del GT40, corrigiendo los problemas que habían plagado las primeras versiones. Su visión innovadora, combinada con el conocimiento técnico de Ken Miles, resultó fundamental para transformar el GT40 en un coche competitivo.
Ken Miles, un piloto y mecánico experto, jugó un papel crucial en el desarrollo y la puesta a punto del Ford GT40. Su profundo conocimiento del vehículo y su capacidad para identificar y resolver los problemas técnicos fueron inestimables. La estrecha colaboración entre Shelby y Miles resultó en mejoras significativas en el diseño, la aerodinámica y el rendimiento del GT40, lo que lo convirtió en un coche capaz de competir con los mejores de Ferrari. La experiencia de Miles en las pistas fue crucial para el ajuste fino del automóvil, garantizando su rendimiento óptimo en las exigentes condiciones de Le Mans. Su comprensión intuitiva de la mecánica y su capacidad para identificar áreas de mejora fueron fundamentales para el éxito posterior del GT40.
La Victoria en Le Mans 1966
La carrera de Le Mans de 1966 fue el escenario culminante de la rivalidad entre Ford y Ferrari. Con ocho Ford GT40 MK II en la parrilla de salida, Ford llegó a la carrera con una fuerza abrumadora. La estrategia era clara: humillar a Ferrari. La victoria no era suficiente; Ford quería un dominio total. La escena estaba preparada para un enfrentamiento épico.
El equipo de Ford, liderado por Ken Miles, dominó la carrera. Los Ford GT40 demostraron su superioridad en cuanto a velocidad y fiabilidad, dejando atrás a los coches de Ferrari. Sin embargo, el final de la carrera estuvo marcado por una controversia que aún hoy se discute. La orden de Ford para que los tres primeros GT40 cruzaran la línea de meta juntos, para una imagen que sellaría su triunfo, tuvo consecuencias inesperadas. Ken Miles, quien lideraba la carrera, ralentizó su velocidad para permitir que sus compañeros de equipo se le unieran. Esta decisión, aunque motivada por la estrategia de equipo, le costó la victoria oficial. Los comisarios de carrera, considerando la posición de partida, declararon ganador a Bruce McLaren.
A pesar de la decepción de Ken Miles por no ser declarado vencedor, la victoria de Ford en Le Mans 1966 fue una victoria aplastante. Los tres primeros puestos fueron para Ford, mientras que Ferrari no logró completar la carrera. La imagen de los tres Ford GT40 cruzando la meta juntos, aunque no en el orden oficial, se convirtió en un símbolo del triunfo de Ford sobre Ferrari. Esta victoria no solo supuso una humillación para Enzo Ferrari, sino que también marcó un punto de inflexión en la historia del automovilismo, demostrando la capacidad de Ford para competir al más alto nivel. La victoria de Ford fue una victoria de la tecnología estadounidense, de la innovación y de la perseverancia frente a un oponente formidable.
El Impacto de la Victoria
La victoria de Ford en Le Mans 1966 tuvo un impacto profundo y duradero en la industria del automovilismo y en la rivalidad entre Ford y Ferrari. El triunfo de Ford no solo supuso una victoria deportiva, sino también una victoria estratégica para la marca. La imagen de los tres Ford GT40 cruzando la meta en Le Mans 1966 se convirtió en un símbolo del poderío y la innovación de Ford. Esta imagen, capturada para la posteridad, representó un momento crucial en la historia del automovilismo.
La victoria en Le Mans 1966 catapultó a Ford a la cima del mundo del automovilismo. La empresa demostró su capacidad para desarrollar y producir automóviles de alto rendimiento, capaces de competir y vencer a los mejores del mundo. Esta victoria reforzó la imagen de Ford como una marca innovadora y competitiva, capaz de enfrentarse a los gigantes europeos. El éxito en Le Mans no solo mejoró la imagen de Ford, sino que también impulsó las ventas de sus automóviles, consolidando su posición en el mercado.

La victoria de Ford en Le Mans 1966 marcó un punto de inflexión en la rivalidad entre Ford y Ferrari. La victoria de Ford fue una gran derrota para Ferrari, que perdió su dominio en Le Mans. El impacto de esta derrota fue significativo, afectando la imagen de Ferrari y su posición en el mercado. A pesar de que Ferrari continuó compitiendo en Le Mans y en otras carreras, la victoria de Ford en 1966 marcó el fin de su dominio absoluto. La historia de Ford vs Ferrari es una historia de rivalidad, ambición y triunfo que continúa fascinando a los entusiastas del automovilismo décadas después. La competencia entre estas dos marcas icónicas ha dejado un legado indeleble en la historia del deporte de motor y en la cultura popular.
El Eco de la Competición
La victoria de Ford en Le Mans 1966 resonó mucho más allá de la pista de carreras. Se convirtió en un símbolo de la ambición americana, la capacidad de innovación y la perseverancia ante la adversidad. La historia de la rivalidad entre Ford y Ferrari, culminando en esta victoria épica, se convirtió en una leyenda que trasciende las fronteras del automovilismo. La batalla entre estos dos gigantes de la industria automovilística es un ejemplo emblemático de la competencia empresarial, la innovación tecnológica y la búsqueda de la excelencia.
La victoria de Ford en Le Mans 1966 se convirtió en un tema recurrente en la cultura popular, inspirando películas, documentales y libros. La historia de la rivalidad entre Ford y Ferrari ha sido contada y recontada desde múltiples perspectivas, resaltando la complejidad de la relación entre estos dos fabricantes de automóviles. La victoria de Ford en Le Mans 1966 no solo fue un triunfo deportivo, sino también un hito cultural que continúa resonando en la actualidad. La rivalidad entre Ford y Ferrari ha quedado grabada en la historia del deporte motor, dejando un legado imborrable en la cultura popular.
La historia de la victoria de Ford en Le Mans 1966 es más que una simple carrera; es un relato de la ambición, la innovación, la perseverancia y la rivalidad que marcó una época. La rivalidad entre Ford y Ferrari continúa inspirando a las nuevas generaciones de ingenieros y diseñadores de automóviles, quienes se enfrentan a sus propios desafíos en la búsqueda de la excelencia y la innovación. La victoria de Ford en Le Mans 1966 es un testimonio del espíritu competitivo y la capacidad humana para superar los obstáculos aparentemente insuperables. El Ford GT40, un símbolo de esta victoria, sigue siendo un icono del diseño y la ingeniería automovilística.

